Tu olor a tinte y nervios.

Ahora que estoy bajo tus ojos
inquisidores y verdugos, fijos,
me pregunto si es un sueño
o si estoy en un delirio.

Nosotros ya sabemos
que nuestros labios se entienden,
sin articular un sonido
más que un vaho en el aire.

Pero un leve gemido en la tarde
no va a derribar esta casa
donde el reloj se para;
sin seguir una regla exacta.

Ya no hay techo, ni hay paredes.
Solo piel que se retuerce
entre sangre efervescente,
que me asfixia y me embriaga.

Es un recuerdo tan potente,
que tu olor a tinte y nervios
despertó al leon dormido
que esperaba entre mis dientes.

Escóndete los miedos donde puedas
o cabálgame como un jinete;
pero aquí no hay escapatoria
a gritarme lo que sientes.



Siempre supe, que dentro de El Palacio, habitaba un león.

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