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Mostrando entradas de mayo, 2016

Ascuas.

Cada día un poco más te quemas un poquito, te rompo, te deshago en cenizas sin estar entre mis labios. Te agarro con cuidado por la cintura y parece que nos vamos al infierno. Tú me dejas tonto con tu aroma y yo me enciendo sin mecheros. Y te fumo un poquito y en el humo van tus lagrimas, tu corazón hecho trizas; ¿de mí? De mí solo quedan ascuas . Me destrozas los pulmones y te dejas en la nada, un parasitismo mutuo; una tragedia sin escalas.

Sobrevivir a M.

Hoy he abrazado a M . que me ha quemado con su recuerdo, me ha hecho cenizas y ha soplado deseando en alto. He contado sus pestañas y le he hecho un pincel con las mías; pero ella ya no pinta al óleo, ahora sombrea el mundo con un carboncillo. Ayer tenía claro que no volvería a abrazar a M . porque ya no era la misma M . de siempre, ahora estaba loca por otra letra que no correspondía con mi nombre. Será que me ha tocado ser su Polifemo y ella más Galatea que nunca tras una pastora diferente a mí alejándose más a cada paso que acerco. Mañana no sabré si volveré a abrazar a M . ni tampoco si la volveré a ver, ni siquiera me mirará en la despedida, estará ocupada contando luciérnagas fugaces. M. ya no me amará en todos los dialectos y habrá planeado una vida diferente a la mía, pero en secreto seguirá siendo mi chica libro; aquella que leería hasta el final de mis días.

Jodidxs dementes.

Un cuerpo inerte cae desde un séptimo piso, y tú corres escaleras abajo para ver si te cae todo el peso encima; pero nunca llegas a tiempo. Es como un escorpión que sabe que todas sus crías van a morir si no sale de debajo de la roca a enfrentarse al árido desierto. Como una niña pequeña a la que han empujado al charco y tiene que explicar a su madre que ha empapado su vestido nuevo. Hay que compararle con un huracán, con un terremoto en Tokio , con el tsunami que aniquiló Fukushima e irradió a millones de seres. He visto amaneceres con menos hambre que su boca un domingo entre sábanas y a mí practicando el funambulismo sobre su deseo temerosa de caer en sus garras lascivas . Pero no puedes escapar cuando te agarra con su obsesión, cuando te sienta frente a frente y dictamina: que me encanta esto tan así , tan aquí y tan ahora . Vale, muerde y desgarra mi cuello. Tan te agarro fuerte las muñecas para evitar que huyas, tan me bebo tus miedos ferozmente, que

Al inframundo, por favor.

La niña ya no sonríe, ya no disfruta los pequeños placeres que le ofrece la vida. Ya no es feliz cuando le estrechan una mariquita, ya no ve sus colores, ahora es solo un insecto más. La niña ya no sonríe, no disfruta con las canciones de cuna, mientras el atardecer le cae encima ella se deja aplastar por los miedos. Ya no mantiene la mirada a cualquiera que le busque los ojos, le han vuelto a crecer los dientes y ella solo busca que se le caigan. La niña ya no sonríe... ¿Acaso importa? Nadie va a bajar al infierno para salvar un alma que no tiene remedio, ni quiere tenerlo. Nadie va a arriesgarse y menos con un caso tan perdido: donde no hay nada que ganar las pérdidas están aseguradas. Pero la niña lo entiende y no culpa a nadie de dejarla caer al vacío, sin pasarse a verla perder. A ella le gusta pasear por el borde del precipicio, con los ojos vendados y haciendo equilibrio sobre su dolor. Es como una perfecta contradicción: se lesiona