Sobrevivir a M.
Hoy he abrazado a M.
que me ha quemado con su recuerdo,
me ha hecho cenizas
y ha soplado deseando en alto.
He contado sus pestañas
y le he hecho un pincel con las mías;
pero ella ya no pinta al óleo,
ahora sombrea el mundo con un carboncillo.
Ayer tenía claro que no volvería a abrazar a M.
porque ya no era la misma M. de siempre,
ahora estaba loca por otra letra
que no correspondía con mi nombre.
Será que me ha tocado ser su Polifemo
y ella más Galatea que nunca
tras una pastora diferente a mí
alejándose más a cada paso que acerco.
Mañana no sabré si volveré a abrazar a M.
ni tampoco si la volveré a ver,
ni siquiera me mirará en la despedida,
estará ocupada contando luciérnagas fugaces.
M. ya no me amará en todos los dialectos
y habrá planeado una vida diferente a la mía,
pero en secreto seguirá siendo mi chica libro;
aquella que leería hasta el final de mis días.
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