Ruido blanco.

Dame un ruido blanco
para que llore en silencio;
y un pequeño sol
para apagarlo en agua fría.

Quiero un libro que me explique
por qué me rompo todos los días.
Y un patio de paredes blancas
donde llenarme de cal los huesos.

Lo que me pasa por perro callejero
es que me rompí la pata contra el suelo
cuando quise saltar por la manzana
que entre la lluvia se estaba pudriendo.

Asi que me fui otra vez a mi agujero,
mi rincón de la nostalgia inútil,
donde los besos ocurren cualquier mes
y una brisa verde me refresca el pecho.

Donde mis labios, agrietados
y cansados de su silencio,
exhalan humo de un incendio
que se ensaña en mis entrañas
y me quema por dentro.

Solo tengo un momento de paz;
y ese es cuando duermo.
Cuando no pienso en que me duele,
cuando no temo que no lo entiendo.



Hasta en ruinas es bonito el Palacio.

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