La patética pataleta de mi yo (roto).

Con las ojeras de pensar demasiado
veo ponerse el sol sin prisa ni ganas,
como el que ve hundirse un anillo en el río
o un recuerdo ya olvidado.


El día a día parece una broma.
¿Pero acaso hay mejor máscara,
para ese chiste de mal gusto,
que una sonrisa bien afilada?


El deseo de llevarme la soga al cuello;
la patética pataleta de mi yo, roto,
no es mas que otro torpe ejemplo
de una forma de perder el control.


Vivir por vivir, luchar por no morir.
Es aferrarse a un clavo al rojo
que te calienta el corazón
justo para no dejarte helado.


Pero no conozco otro camino
que el de ver como se desmorona
el castillo de arena sobre el que ando,
subyugado a las olas del mañana;
convirtiéndose en sucio barro.



Hay veces en las que ni yo misma tengo fuerzas
para reconstruir el Palacio.

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