Entropía.
Igual que mi futuro a tu lado
se resbaló el último mechón
de tu pelo ya quemado;
nos miramos,
sólo queda un silencio ensordecedor.
Con la sutil dulzura de un cisne,
que sabe que no va a sobrevivir
a otro invierno nuclear,
lo tomo y te lo devuelvo.
Tú sonríes,
esto es una entropía,
y me lo regalas
a modo de recuerdo eterno.
Yo lo rechazo,
cariño,
te aseguro que la eternidad
está de nuestro lado.
Asiente tu media sonrisa
fingiendo tranquilidad.
Responde mi cálido abrazo
fingiendo que todo estará bien.
Nos condenamos los miedos
y nos comemos los pecados,
me haces tan tuya
que ya ni me pertenezco.
Viéndonos caer,
disfrutando del paisaje,
que la senescencia
solo se vive una vez.
Leyendo a Quevedo con ropa de más,
identificando un polvo enamorado;
pero cuando este se moja,
no resulta más que fango.
Y tú no parabas de llover.
Sé que pensabas en mi
sintiendo el terciopelo en tus abrazos.
Rasgas en mis cuerdas canciones
que jamás había tocado.
Me tientas empujándome
a sabiendas de que siempre saltaría por ti;
pactamos la salvación
segundos antes de tocar el suelo.
Amor...
¿Por qué olvidaste tu paracaídas?
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