Rutina.

Este libro ya acabó hace cientos de días
y, sin embargo, sigo leyendo su final
una y otra vez como si por casualidad
fuera a cambiar su desenlace.

La historia de una pobre loca
que hace tiempo perdió su techo;
y ahora anda desamparada
bajo la lluvia y las estrellas.

Y parece que aquí no haya un alma,
quizá no la haya,
solo un tiempo frío.
Los instantes se hacen eternidades constantes;
y los segundos se congelan como gotas de rocío.

Llevo eones sin leer cuentos felices,
ni historias de amor que acaben bien.
¿Será el cielo el que es siempre oscuro
o son mis recuerdos los que me engañan?

Algo de luz debe de haber en mí
para que siga buscando monedas
en los fondos de las fuentes;
como si fuera a encontrar algo...

Pero el agua es tan opresiva
que me duele el pecho a ratos,
aunque ya no sepa si contiene algo
a es un cadáver lo que ahí yace.

Es como si ya no hubiera rumbo,
como si solo me dejara llevar por la corriente
y viviera para seguir preguntándome
cada noche como esta; solitaria.

¿Cuanto tiempo voy a seguir llorando
por los que murieron?
¿Cuanto falta para que algún día
pueda volver a ver el sol?

Necesito paz en mi corazón
pero ya no la encuentro;
yo que creía que no podía ahogarme...
Y me quedé sin fuerzas.

Yo que pensaba que sería capaz
de escribir una historia diferente,
pero al fin y al cabo soy una loca;
y éste un final como los de siempre.

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