Andromeda still alive

Andrómeda aún sigue viva. Estas son las actualizaciones...

La poetisa de otra galaxia se convirtió en Saturno devorando a su hijo.

Encontré el lago verdoso donde los niños murieron aquel verano y desde entonces sigo intentando no ahogarme en él. La piel se torna muy frágil cuando pasas tanto tiempo sumergida.

Me he abierto las venas una decena de veces, sin más resultado que cicatrices nuevas. He llorado más de un centenar de lágrimas ácidas por los lirios mustios y he devorado el triple de libros; la poesía no ha podido recomponerme. 

La princesa hebrea aún me lleva cogida de la mano. Hace 16 años que emprendió el vuelo y todavía no me he reunido con ella, pero sigue esperándome y recordándome su existencia cada día. Hace ya 1095 días que mi compañera de senescencia se reunió con ella; adelantándose y dejándome sola con todo el peso de sobrevivir por las dos.

Sigue faltándome un tulipán en la clavícula izquierda. El de la derecha cada día me pesa más. Sigo descompensada.

Los ojos cerúleos que tanto miedo tenía de apagar resultaron ser grises. Ahora miran en otra dirección.

El astro solitario que me rondaba desde los 7 años se acercó peligrosamente a mí, vaciándome y hostigándome, quemándome y reduciéndome a cenizas; y se fue dejando una nube de polvo, sin siquiera recoger todo el desastre.

Después de todo lo sangrado conocí al chico de las mil constelaciones. Y él me conoció a mi mejor que nadie. Con una mano me ayuda a soportar el peso del tulipán y con la otra me enseñar a vivir con tanta ansiedad social; y aún le quedan fuerzas para hacerme sonreír. Cuando la sangre ya me roza los dedos y se filtra entre las uñas, me ayuda a limpiarla. Tengo 23 cicatrices menos en todo el cuerpo desde que compartimos la cena.

He sobrevivido con Hugin y Munin a mis hombros y con nomeolvides en las manos. Me da miedo sostener una guitarra y llevo años sin coger un pincel. 

2 días atrás entré aquí, abriendo el cajón de todo lo que era, de la inspiración marchita y de lo que perdí de mí. Pero he sobrevivido, sosteniendo el peso de todos los crisantemos regalados. 

Por ahora, voy a seguir intentándolo.

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