Cóseme, por favor.

El cómo empieza
nos lo conocemos todos;
lo difícil es saber cómo y cuándo se acaba.

Empieza con la vida rota,
con unas costuras descosidas
que nadie sabe arreglar;
y yo tampoco soy sastre.

Empieza con un atisbo de esperanza
que cala incluso en el más atormentado,
como aquella niña a la que hablaron
en su primer día de colegio.
Creo que era yo.

Empieza con palabras,
con inseguridades certeras;
empieza mucho antes
de saber que ha empezado.

Algunas veces casi ha concluido,
otras ya ha prescrito,
y aún así no ha hecho
más que comenzar.

Empieza cuando coges un cuaderno,
uno sucio, desgarrado y raído
que solías garabatear,
y lo limpias con lágrimas.

Cuando no das nada por ti,
cuando no te valoras,
ya no importa,
no importa.

Empieza con la nada
dentro de más nada,
y flotar en la incertidumbre
y en el vacío de tu mente.

Cursa con esos momentos
donde ni tú te vales.
Con desconfianza,
con "no entiendo nada" que se te enredan en las pestañas.

Y te topas con ellos,
tropiezas,
caes,
ruedas.

¿Duele?
Duele.
Bien,
eso es que aun tienes sentimientos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A ras de suelo.

El pozo de brea.

La teoría de sus pestañas y otras cuestiones.