Tu olor a tinte y nervios.
Ahora que estoy bajo tus ojos inquisidores y verdugos, fijos, me pregunto si es un sueño o si estoy en un delirio. Nosotros ya sabemos que nuestros labios se entienden, sin articular un sonido más que un vaho en el aire. Pero un leve gemido en la tarde no va a derribar esta casa donde el reloj se para; sin seguir una regla exacta. Ya no hay techo, ni hay paredes. Solo piel que se retuerce entre sangre efervescente, que me asfixia y me embriaga. Es un recuerdo tan potente, que tu olor a tinte y nervios despertó al leon dormido que esperaba entre mis dientes. Escóndete los miedos donde puedas o cabálgame como un jinete; pero aquí no hay escapatoria a gritarme lo que sientes. Siempre supe, que dentro de El Palacio, habitaba un león.