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Mostrando entradas de julio, 2016

La princesa hebrea.

Hacía mucho que nadie hablaba, ni preguntaba, por la princesa hebrea que tantas noches me habla. ¿Es un esbozo de tu sonrisa eso que veo en el techo? Te prometí llevarte en un abrazo a las estrellas y ahí estás; en cada una de las de mi habitación, todas puestas en tu orden favorito. ¿Tienes un rato? Sé que para mí siempre lo tendrás... Ojalá repetir esas tardes dándole amor a insectos que a todos repugnaban; menos a nosotras, claro. Que te quiero , ya lo sabes, más de lo que te imaginas. Pero no logro perdonarte; que me dejastes aquí, en un mundo insulso y sin nadie para compartir. Que no tenías que irte tan lejos cuando yo te habría llevado a la misma luna, con tal de verte brillar como siempre . Que lo de tus pecas era envidia sana, que en ningún otro pómulo habrían quedado mejor. Me voy a ahorrar un final para un historia que no lo tiene. Me despido y espero impaciente a la siguiente ocasión en que vea tus ojos sonreírme desde la lejanía.

Rutina.

Este libro ya acabó hace cientos de días y, sin embargo, sigo leyendo su final una y otra vez como si por casualidad fuera a cambiar su desenlace. La historia de una pobre loca que hace tiempo perdió su techo; y ahora anda desamparada bajo la lluvia y las estrellas. Y parece que aquí no haya un alma, quizá no la haya, solo un tiempo frío. Los instantes se hacen eternidades constantes; y los segundos se congelan como gotas de rocío. Llevo eones sin leer cuentos felices, ni historias de amor que acaben bien. ¿Será el cielo el que es siempre oscuro o son mis recuerdos los que me engañan? Algo de luz debe de haber en mí para que siga buscando monedas en los fondos de las fuentes; como si fuera a encontrar algo... Pero el agua es tan opresiva que me duele el pecho a ratos, aunque ya no sepa si contiene algo a es un cadáver lo que ahí yace. Es como si ya no hubiera rumbo, como si solo me dejara llevar por la corriente y viviera para seguir preguntándome cada noche